Sarcófagos de Karajía


los Chachapoyas tenían muchas cosas en común con sus enemigos los incas y una de ellas era la necesidad de conservar los cuerpos de sus difuntos de la mejor manera posible, porque así lo ordenaban sus ritos y creencias. Pero en la región donde vivían no existían las secas arenas de los costeños ni las secas y frías punas de los serranos para momificar sus cuerpos. Vivían en una zona con un régimen de lluvias abrumador que destruía la materia orgánica muerta muy rápidamente. Por eso buscaban las oquedades existentes en grandes paredes de piedra natural y construían allí sus mausoleos de piedra o sarcófagos


. Así la pared de roca, ofrecía un techo natural contra la lluvia y, dado que no crecían plantas en ellas, se mantenían secas. Las momias que iban dentro de las tumbas estaban colocadas sobre una tarima de madera que las separaba del eventual suelo mojado. Y la ubicación de toda la estructura se decidía tomando en cuenta las corrientes de aire, para que el lugar esté siempre ventilado y refrescado. Construían así pequeños microclimas, poco húmedos y algo más fríos que el entorno.

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